EL IMPACTO SOCIAL DEL COVID 19 EN AMERICA LATINA CASO EL SALVADOR MAESTRO: LUIS ALONSO MONGE GONZALEZ
EL IMPACTO SOCIAL DEL COVID 19
EN AMERICA LATINA
CASO EL SALVADOR
MAESTRO:
LUIS ALONSO MONGE GONZALEZ
I.
UN ACERCAMIENTO DE PRIMERA MANO AL
MANEJO DE LA PANDEMIA:
Es
un honor para este servidor poder compartir su visión acerca de cómo la pandemia
del COVID 19, ha trastocado las relaciones sociales, económicas, laborales,
políticas, educativas, culturales y familiares en El Salvador.
Desde
mi perspectiva, la experiencia salvadoreña no se aleja sustancialmente de otras
experiencias vividas en América latina o en el resto de sociedades que
conforman el planeta tierra; independientemente de las características
particulares de cada sociedad, sus poblaciones, sus gobiernos, y sus
expresiones organizadas de la sociedad en general afectadas por la pandemia me
atrevería a decir que las diferencias en los efectos que están viviendo estás
determinadas por la madurez de los procesos democráticos de cada país, por las
capacidades instaladas del sistema de salud, por la robustez de la economía,
por la capacidad de la ciudadanía de velar por sus derechos y cumplimiento de
deberes y por la capacidad de dialogar y consensuar de los sectores dominantes
en los bloques dominante y dominado.
Bajo
esta consideración general, intentaré, describir y analizar desde la
perspectiva de la sociología el impacto social que genera la pandemia en El
Salvador, debo, señalar para los efectos relacionados con la objetividad de los
hechos, que fui parte circunstancial de las primeras medidas de confinamiento realizadas
por el gobierno del Señor Nayib Bukele, resulta que como miembro de la Asociación
Salvadoreña de Sociólogos, Sociólogas y Profesionales de las Ciencias Sociales,
Presidente del Comité Organizador del Congreso Centroamericano de Sociología, originalmente
a realizase en octubre del presente año, realice una visita a la ciudad de
Guatemala el 11 de marzo con el propósito de promover en la comunidad académica
guatemalteca de las ciencias sociales su participación en dicho congreso;
visita en la que fui acompañado del Maestro Efraín Barraza Gómez, Vice Presidente
de la Asociación de sociólogos y Coordinador de la Comisión de Gestión del Congreso
antes aludido; en el trayecto de retorno nos enteramos que el gobierno del
Presidente Bukele había ordenado el cierre de las fronteras salvadoreñas tanto
para ciudadanos nacionales como extranjeros, en el caso de las y los ciudadanos
salvadoreños podrían ingresar al territorio nacional pero debía someterse a una
cuarentena con el objeto de prevenir la propagación del COVID 19.
Tal
como ha ocurrido en los distintos países del mundo, ningún gobierno estaba
preparado para enfrentar la magnitud de la crisis que origina el aparecimiento
de la pandemia, para el caso salvadoreño, si se toma en cuenta el déficit estructural
en materia de salud, tanto en infraestructura como en equipo, así como también
en la formación de personal de salud especializado; con una economía que no
crece sustancialmente para absorber a la masa laboral económicamente activa y
en buena manera dependiente de las remesas familiares, las cuales casi en un
99% provienen de los Estados Unidos de América; con un gobierno joven en
términos generacionales que se alzó con la victoria electoral en febrero de
2019, que desarticuló el esquema patrimonialista de los partidos políticos
tradicionales bajo la promesa de que “el dinero alcanza cuando no se roba” y
“devuelvan lo robado”; por ende con un amplio respaldo popular que distintas
casas encuestadoras lo sitúan a la fecha en más del 90% de apoyo popular y con
una permanente política de confrontación y polarización con el resto de actores
políticos institucionales (Asamblea Legislativa, Sala de lo Constitucional de
la Corte Suprema de Justicia, Procuraduría para la Defensa de los Derechos
Humanos y Partidos Políticos contrarios a sus decisiones, desde que asumió la
conducción de la administración del Órgano Ejecutivo; el manejo de la crisis
como se dice en buen salvadoreño sería cuesta arriba.
Dado
el hecho circunstancial señalado anteriormente, fui testigo en primera línea de
una cadena de improvisación, autoritarismo, incertidumbre, discrecionalidad en
el uso de la autoridad, y de acciones que rayan en el irrespeto a los Derechos Humanos
de las personas, ya fueran adultos mayores, hombres y mujeres económicamente
activos, jóvenes, mujeres embarazadas, niños o niñas; que nos vimos atrapados
por las decisiones impuestas ipso facto y por las acciones de los funcionarios
de rango intermedio y bajo para cumplirlas y con ello, prevenir la transmisión
de la pandemia.
En
ese contexto, pude observar, de cómo el aparataje estatal aplastaba las más
elementales necesidades de la gente, del uso exacerbado de la fuerza por parte
de los encargados de la seguridad pública, el uso indiscriminado del ejército
en tareas de contención de la población civil, así como también la
improvisación, la indiferencia y la negligencia de un personal médico que
evidentemente no contaban con los protocolos que debía seguirse en el
tratamiento de este tipo de crisis, así como también por la carencia de equipo,
medicamentos y de protección para el personal médico, de enfermería, de
servicio y para el personal tanto de la Policía Nacional Civil, como de la
Fuerza Armada; a este escenario ya caótico en si mismo se debe sumar el estrés
y la ansiedad que genera en la población que circunstancialmente se vio
atrapada y llegó a lugares de confinamiento que no reunían las condiciones
mínimas para albergar a cientos de personas, que entre el once y el treinta de
marzo del presente año llegaron a sumar más de seis mil personas.
En
ese escenario, llegué a la conclusión personal que estos centros de
confinamiento, más que centros de contención y/o cuarentena, en realidad eran
centros de encubamiento del virus que origina la pandemia, ya que se llevaba a
las personas a x centro de confinamiento sin tener ningún examen previo de su
condición de salud, no importaba si llegaba procedente de un país con un alto
nivel de contagiados o si procedía de un país que no reportaba casos a esa
fecha, no se hizo distinción entre adultos mayores, mujeres, niñas, niños,
hombres, familias, el destino lo decidía un funcionario medico o de migración
según los establecimientos disponibles e independientemente del lugar de
residencia de la persona atrapada en esas circunstancias, es preciso dejar
constancia que la solidaridad de muchas empresas y de sus trabajadores se hizo
patente en los centros de confinamiento, ya que proveyeron alimentación,
accesorios de limpieza, ropa íntima tanto para hombres como para mujeres,
donaron e instalaron pantallas de televisión, servicios de televisión por cable
e internet con el objeto de generar condiciones positivas a las y los
albergados.
II.
LAS CONTRADICCIONES DE LOS SECTORES
DOMINANTES SALVADOREÑOS EN EL MANEJO DE LA PANADEMIA:
En
el caso de El Salvador, los sectores dominantes han mantenido una confrontación
y contradicción permanente en torno a cómo administrar los efectos de la
pandemia al interior de la formación social salvadoreña, cada segmento del
bloque dominante ha buscado aliados a su interior y en los sectores dominados
para legitimar sus acciones, por ejemplo: reuniones de trabajo con el grupo de
empresarios más rico del país para presentarles la estrategia de apertura de la
economía; un grupo de trabajadores desfilaron el primero de mayo cuando las
condiciones de cuarentena y confinamiento de la población en general eran
extremadamente duras, sin tomar ninguna consideración sobre medidas de bio
seguridad y hasta fueron escoltados por elementos de la Policía Nacional Civil,
por su parte los dirigentes de las principales gremiales empresariales han
intentado negociar tanto con el gobierno, como también con organizaciones de
medianos, pequeños y micro empresarios, expresiones intelectuales de la
sociedad civil para urgir la apertura de la economía.
Hasta
hoy, la tónica continua siendo por parte del Sr presidente de la República la
confrontación con todas las expresiones organizadas que no avalen las
decisiones que a su juicio y de su gabinete ministerial son las más acertadas
para el manejo y contención de la pandemia; esta confrontación tiene su mayor
expresión con la Asamblea Legislativa, ya que constitucionalmente es a esta
instancia que le corresponde decretar medidas de excepción que a juicio del Sr.
Presidente y de sus asesores les corresponde a ellos; esta situación ha llevado
a que el Presidente desde el once de marzo haya realizado al menos ocho cadenas
de radio y televisión, las cuales se caracterizan por generar un ambiente de
temor e histeria colectiva, en despotricar y denigrar a sus adversarios
políticos y a todo aquel que no comparta su visión de los hechos.
Queda
entonces, más que claro, la confrontación entre los poderes que conforman la
institucionalidad salvadoreña a lo largo y ancho de la crisis que origina la
pandemia es de carácter permanente y que el Estado de Derecho vigente se ha
visto vulnerado y violado, ya que por un lado dice que respetará las
resoluciones de la Sala de lo Constitucional por ejemplo, pero en la práctica
hace lo contrario o lo que estima correcto para él, bajo esa premisa es difícil
hablar de un Estado de Derecho, a este día y hora de redactar este ensayo
diversos personeros del Órgano Ejecutivo manifiestan que no dialogaran con la
Asamblea Legislativa, ya que lo consideran una pérdida de tiempo, y en el fondo
continúan evadiendo el cumplimiento de la resoluciones judiciales ante la
impotencia del resto de componentes del Estado de Derecho para encontrar un
camino de entendimiento que privilegie el bien común y no el interés de clase
que representa cada sector del bloque dominante.
El
gobierno encabezado por el Sr. Nayib Bukele, se ha caracterizado por aplicar el
principio que salvar la vida humana es lo primordial, ha impuesto una serie de
medidas tanto de salubridad como de seguridad y económicas; que varios sectores
de la vida nacional e internacional evalúan como abuso e irrespeto al Estado de
Derecho vigente y a los Derechos Humanos de la población salvadoreña, estas
medidas finalmente han sido suspendidas a raíz de la resolución de la Sala de
lo Constitucional que determinó como actos inconstitucionales todas las
acciones ejecutadas por el Órgano Ejecutivo, sin embargo la conducta del
Gobierno origina un vacío que genera incertidumbre entre la población en
general, ya que el gobierno recurre a amenazas veladas para contener cualquier
oposición, por ejemplo, si los empresarios manifiestan que van reabrir las
empresas, el gobierno responde que va a cerrarlas denegando los permisos de ley.
La
crisis política entre órganos a la cual se ha hecho referencia se agudiza, por
el periodo particular que vive el país de tipo preelectoral, ya que la
percepción pública es que los distintos actores han iniciado las apuestas para
generar una mejor correlación de fuerzas en el futuro periodo legislativo que
inicia en mayo 2021; por ello, algunos entendidos señalan que esta crisis va
finalizar cuando culmine el proceso electoral es decir el 28 de febrero del año
2021.
La
crisis institucional que el país atraviesa en los últimos cinco meses, puede
afirmarse sin temor a equivocaciones no tiene parangón en los últimos 28 años,
o sea desde que se firmaron los acuerdos de Chapultepec que le dieron fin a la
guerra civil desarrollada entre 1980 y principios de 1992.
Si
los efectos de la pandemia en sí mismos tal como hemos apreciado son graves,
mezclarlos con los intereses político electorales en beneficio de un sector de
clase, es mucho más grave, porque esta situación implica tal como lo hemos
venido analizando para el caso salvadoreño que se caracteriza por tener un
Presidente que gobierna bajo su propio criterio en donde el principio de
legalidad no existe en su verbo, alegando que el derecho a la salud está por
encima de los derechos individuales de los demás; este argumento a mi entender
constituye una clara contradicción con lo que señalan algunos autores de que “La sociedad es
vista así como un producto natural, ya que surge de las condiciones materiales
de la vida humana misma. Pero también es el espacio donde el hombre puede
desarrollar sus caracteres específicos.[1] Por consiguiente,
pretender anular las pautas de interacción y relación social de tajo por medio
del confinamiento domiciliar de la población, bajo el argumento de que la salud
es primero, va contra todas las normas establecidas económicas, sociales y
culturales en cuanto al desarrollo social del ser humano.
En este sentido, la
pandemia echa por la borda patrones milenarios sobre los cuales se ha venido
conformando el ser social y las relaciones sociales, por consiguiente estamos
ante un impacto negativo por ejemplo para quienes profesan los dogmas
cristianos de ver partir a sus deudos sin la debida aplicación de los cánones
culturales que la sociedad ha ido creando, recreando e impregnando en el
individuo como parte de la triada: nacer - crecer – morir; la anulación de las
fiestas locales vinculadas a un santo o la denominada pasión y resurrección de
Jesucristo, la celebración del día del trabajo, o la suspensión de las
actividades deportivas, en fin puede afirmarse preliminarmente que en cinco
meses se ha construido una nueva cultura: la del aislamiento, la del
distanciamiento social, el aparecimiento de nuevas formas y relaciones de
producción, en concreto el impacto social de la pandemia en el individuo y en
su entorno es dramático, ya que afecta directamente la construcción de su ser
social, las relaciones e interacciones sociales que construyen como parte del
proceso de socialización que las personas desarrollan en sus distintas actividades.
III.
EL
IMPACTO SOCIAL DE LA PANDEMIA EN LA FORMACION SOCIAL SALVADOREÑA:
Ahora
bien, intentaré teorizar en un primer momento sobre los efectos positivos y/o negativos
que la pandemia tiene en el desarrollo de la persona humana y de sus relaciones
sociales teniendo a su base los conceptos y categorías sociológicas tales como:
ser social, familia, relaciones de producción, socialización, globalización, gobernabilidad,
bloques de poder. En un segundo momento se analizarán los efectos sociales
concretos al interior de la formación social salvadoreña a partir del análisis
del sujeto social, el cual podemos denominar
inicialmente como el individuo que forma junto con otros individuos un conjunto
de personas que tienen una misma cultura e interactúan entre sí.
Al respecto, es
menester tener presente, que las relaciones sociales entre los individuos son
importantes y determinantes en su formación material y espiritual, por ello; es
que el individuo reconoce: la superioridad de la sociedad por sobre el
individuo no implica para este último sacrificio alguno; por el contrario,
“solo como miembro pleno de una pólis bien gobernada puede el individuo llevar
una vida plena y realizar su propia potencialidad” (Guthrie, 1993, p. 345).
Individuo y sociedad comparten, en efecto, el mismo fin”.[2] Solo bajo este
criterio es posible entender en mi opinión la continuidad de la acción social y
los hechos que esta desencadena, no solo al interior de la formación social
salvadoreña, sino que en el resto de sociedades, sean estas de carácter
regional o mundial, hasta hoy los seres humanos ya sea como individuos, como
ciudadanos o como sociedades han dado paso a la resignación de que todo lo que
se está haciendo en el manejo de la pandemia es para el bien de la colectividad
y por consiguiente necesaria para su protección y sobrevivencia misma como
especie y como ser social.
En
este contexto, no puede dudarse que el entorno hace al sujeto social, el
individuo está determinado por el entorno que le rodea en el que va
estableciendo vínculos directos con la comunidad inmediata que van moldeando al
individuo como sujeto social. En una relación simbiótica la sociedad influye
sobre el sujeto social, y éste influye en la sociedad: es decir hablamos de procesos interactivos
recíprocos; no puede obviarse el hecho de que el vínculo entre sujeto social y
sociedad, es tan estrecho que resulta complejo establecer una diferencia entre
las características innatas del hombre y aquellas que adquiere
socialmente.
En
el ámbito sociológico, la idea de sujeto social se emplea sobre todo con
referencia al individuo que, consciente de su realidad, se agrupa con otros que
tienen intereses y problemas comunes y actúan en grupo para mejorar su posición
en el entorno, este proceso que forma al sujeto social da paso a la creación
del colectivo social. Bajo este argumento podemos hipotetizar la pandemia
quiebra a los individuos en sus relaciones e interacciones diarias y como este
quiebre, agudiza las relaciones sociales que de por sí, ya eran no solo
contradictorias, sino que también rayan en la práctica de relacione sociales
discriminativas, de carácter excluyente y políticamente fundamentadas en el
modo clientelar y asistencialista.
En
este contexto, plantear el impacto social de la pandemia pasa por abordar dos
categorías de análisis que están íntimamente relacionadas, sujeto social y
relaciones sociales, ya que el impacto social al interior de la formación
social no es en el vacío, sino que en concreto los efectos de la pandemia
afectan directa e indirectamente la vida diaria de las personas, sus
comunidades y las relaciones de poder establecidas.
Teniendo
presente las argumentaciones anteriores, vamos a conceptuar como impacto
social: Los efectos que la intervención planteada tiene sobre la comunidad en
general”; como este impacto social, implica cambios significativos, positivos y
negativos a la hora de enfrentar una situación determinada. ¿Qué cambios ha
originado la pandemia en las actividades diarias de las personas como producto
de las políticas públicas impulsadas por el gobierno salvadoreño?; podemos
hablar de un impacto social positivo de las organizaciones (públicas o
privadas) frente a las personas y/o comunidades beneficiarias de esas políticas
públicas?
Iniciemos este recorrido
por el principal factor de preservación de la especie en este periodo
histórico: “la salud de la persona humana”, el cual incide directamente en su
bienestar físico y mental, en este periodo de pandemia este
factor, se encuentra en condiciones críticas, ya que hasta hoy todas las
medidas propuestas para prevenir, combatir y contener la pandemia del COVID 19,
tanto en El Salvador como en el resto de sociedades; se fundamentan en el
aislamiento, el confinamiento y la paralización de la economía; estas acciones
rompen el paradigma de que los seres humanos para ser considerados como sujeto
social, requieren de la interacción y
de la convivencia con
otros seres humanos para educarse, desarrollarse y hasta reproducirse; demás
está señalar que el ser humano no puede vivir como individuo aislado, ya que
adquiere su condición humana a partir de la vinculación con otros individuos
con los cuales desarrolla sus actividades culturales, educativas laborales,
políticas, económicas, deportivas, familiares etc.
Cuadro
No 1. Datos sobre el COVID 19 en El Salvador[3]
Si
nos atenemos a las estadísticas oficiales, resulta que en el Salvador al 16 de
los corrientes, se tiene un total de 10,957 casos confirmados de los cuales han
fallecido 298, se mantiene un total de 4,402 casos activos y se reportan como
recuperados 6,257 personas. En términos de salud podemos decir que la cifra de
fallecidos es relativamente alta en relación a otros países en condiciones más
o menos parecidas a la situación que atraviesa la sociedad salvadoreña; este
hecho probablemente sea producto de que el presente gobierno heredó una
infraestructura médico hospitalaria en condiciones precarias, la inversión
realizada por el país desde los Acuerdos de Paz en materia de salud es de baja
calidad, la cual se focaliza en una inversión deficitaria en la infraestructura,
en la formación del personal médico, enfermería, administrativo y de servicios; por otro lado
tanto ayer como ahora, las prácticas de corrupción también han estado a la
orden del día en los distintos gobiernos y el presente no escapa a ello según
las constantes denuncias y/o reportajes periodísticos que se hacen públicos en
los distintos medios de comunicación social; sin embargo las contradicciones
que más han impactado de manera negativa la atención médico hospitalaria al
pueblo salvadoreño es el permanente conflicto entre los sectores que conforman
el bloque dominante y que ejercen el gobierno nacional, la Asamblea Legislativa
y la Corte Suprema de Justicia y el Órgano Ejecutivo.
En
El Salvador, la población educativa según Carla Evelyn Hananía de Varela,
ministra de Educación, esperan que la población estudiantil alcance los 1.2 o
1.3 millones como ocurrió en 2019, dado que el proceso de matrícula en los
centros escolares e institutos nacionales no ha cerrado.[4];
los cuales desde que se declararon las cuarentenas obligatorias, cierres
temporales etc. mantienen en sus lugares de habitación sus procesos educativos
por medio de plataformas electrónicas y en red, sin duda este paso no ha sido
fácil tanto para los sectores administrativos, docentes, estudiantes y padres
de familia; cuáles serán los efectos inmediatos sobre todo en el sector público
que tiene un largo historial de baja calidad educativa situación a la que no
escapan muchos centros educativos privados, en la realidad en el futuro cercano
tendremos un segmento poblacional con mayores dificultades para incorporarse de
manera competitiva al mercado laboral y a la continuación de estudios
superiores
En
lo que se refiere a las condiciones de vida de la clase trabajadora, demás está
decir que antes de la pandemia sus condiciones materiales ya eran deficitarias,
el famoso milagro neo liberal del rebalse nunca llegó, por consiguiente
contemplamos una masa trabajadora con bajos salarios, con prestaciones sociales
precarias, con bajos niveles formativos y educativos de baja calidad y con un
empresariado renuente a asumir que los trabajadores son no sus aliados, sino
que su socios, ya en ellos descansa su capacidad de acumulación a través de la plusvalía
que generan como vendedores de su fuerza de trabajo, sin embargo hoy en día y de acuerdo con la más reciente Encuesta
de Hogares de Propósitos Múltiples del Ministerio de Economía, El Salvador
cerró el 2019 con una tasa de desempleo del 6,3 %, lo que representa un 194.793
personas en edad productiva[5], además
de acuerdo a la Señora Ministra de Economía María Hayen “Los efectos
económicos del covid-19 y una "contracción de la demanda
mundial" le costarían a El Salvador más de 60.000 empleos, según datos del
Ministerio de Economía, lo que elevaría al 8,24 % la tasa de desempleo de un
6,3 %[6];
por
su parte las asociaciones empresariales estiman que en el país el 50 % de los
"empleos formales" se vieron afectados por el cierre de las
actividades económicas por la pandemia. Que equivalen a unos 350.000. El 17 % de las
empresas no podrán reabrir tras más de 80 días de parálisis de las actividades,
según datos de una encuesta de su gremio con una muestra de 1.024 empresas[7]
Para el caso salvadoreño
el cierre obligatorio que duró treinta días ha sido trágico para las familias,
cuyas fuentes de ingresos están sustentados en la economía informal, en donde
laboran al menos 760,961 salvadoreños, sector integrado por asalariados y trabajadores familiares ocupados en negocios de
menos de cinco personas, además de cuenta propia y
patronos de empresas con menos de cinco colaboradores en ocupaciones no
profesionales, técnicos, gerenciales o administrativos[8]
La encuesta anual destaca que 44 de cada 100 trabajadores se
encuentran ocupado en el sector informal a nivel nacional. Al
observar por género, concluye que la brecha es mayor en las mujeres con una
participación del 49,7% versus el 40,2% de los hombres.
Lo expuesto, no solo es
válido para El Salvador, ya que, por ejemplo, en el informe El impacto del
COVID-19 en América Latina y el Caribe de julio 2020, publicado por la
Organización de las Naciones Unidas, señala: “América Latina y el Caribe es
una de las regiones más desiguales del mundo, y los efectos diferenciados del
COVID-19 podrían empeorar esta situación18. Se prevé que la fuerte caída de la
actividad económica eleve la tasa de desempleo del 8,1% en 2019 al 13,5% en
2020. Se estima que la tasa de pobreza aumentará 7 puntos porcentuales en 2020,
hasta alcanzar el 37,2%, mientras que la de extrema pobreza aumentará 4,5
puntos porcentuales, del 11,0% al 15,5%, lo que representa un incremento de 28
millones de personas. Las mujeres están sobrerrepresentadas en los hogares
pobres de la región. En 2018, por cada 100 hombres de 25 a 59 años que vivían
en situación de pobreza, había 113 mujeres en la misma situación. La pandemia
está exacerbando la inseguridad alimentaria existente causada por la escasez de
alimentos derivada de problemas medioambientales, la agitación política y la
disminución del poder adquisitivo. En América Latina y el Caribe, el número de
personas que necesitan asistencia alimentaria casi se ha triplicado, y la
cantidad de personas que están en situación de inseguridad alimentaria aguda
podría aumentar de 11,7 millones a 16 millones de personas en 2020 como
consecuencia de la pandemia”
En el caso concreto de El
Salvador, las acciones paliativas, asistencialistas y/o clientelares
implementadas por el gobiernos del Sr Nayib Bukele, en teoría pretenden atacar,
prevenir o mitigar esta caída en los índices de pobreza en la población; la
realidad es que hasta hoy las distintas acciones implementadas y ejecutadas, no
solo forman parte de paisaje multicolor conflictual en que está enfrascada la
sociedad salvadoreña, sino que también han revivido viejas prácticas que ponen
en riesgo la credibilidad del slogan de campaña electoral de los que hoy
administran el Órgano Ejecutivo: “más de lo mismo y devuelvan lo robado”;
porque independientemente de la forma en que se asuma o se pretenda ver muchas
de las inversiones realizadas para combatir la pandemia están siendo duramente
cuestionadas por sectores de la sociedad salvadoreña, la respuesta
gubernamental ha sido deslegitimar y generar campañas mediáticas que cuestionan
y denigran a sus interlocutores.
La
realidad, es que más allá del reduccionismo por ejemplo de que solo el 3% está
en contra de la acciones del gobierno, hay hechos empíricos que no dejan dudas
que las cosas no se están haciendo bien o en el mejor de las cosas, no se deben
hacer cosas que parezcan malas, al respecto, tenemos al menos tres ejemplos
concretos en los cuales el gobierno tiene que dar certeza de lo contrario: el
bono de los $ 300.00 entregados a las familias en el mes de marzo del presente
año, esta entrega generó reclamos, aglomeraciones, uso inadecuado de la fuerza
pública, contratación de empresas privadas de call center para contener la
aglomeración del pueblos en las oficinas gubernamentales, por ello, resulta
incomprensible, que se hayan invertido más recurso en quince días de
contratación de los call center que lo consume la oficina estatal en un año y
encargada de la focalización del subsidio del gas licuado en el país cuya base
de datos sirvió para escoger la entrega de dicho beneficio.
La
compra y distribución de paquetes alimenticios, no ha estado excepto de
señalamientos públicos en lo que se refiere al valor y contenido de los mismos,
hoy en día es usual ver en las calles de las ciudades del país caravanas de
vehículos encabezadas por carros de funcionarios del Órgano Ejecutivo repartiendo
los paquetes, eso es malo, pienso que no, pero en mi opinión el hecho es
negativo, si lo asumo como parte de la estrategia de promocionar a determinados
funcionarios que en forma paulatina inician a hacer públicas sus aspiraciones
electorales de cara a las elecciones municipales y legislativas a realizarse en
febrero 2021.
En
lo que se refiere al impacto de la pandemia en el sistema de salud, obviamente
este es fuertísimo, primero por el abandono crónico del sistema por parte de
los gobiernos anteriores y en segundo lugar por las compras de insumos de bio
seguridad y médicos tardíos realizados para contener los efectos negativos de
la pandemia en la población; hoy en día diversas fuentes no solo cuestionan las
compras de los insumos en relación a las empresas beneficiadas con los
contratos, hasta hoy la tendencia es que les compran a empresas que
tradicionalmente se han dedicado a otros rubros de la economía, el giro de la
salud no es el fuerte, también está cuestionada la calidad y los precios de dichas
compras.
Finalmente
en este apartado en lo que respecta a las inversiones realizadas en
infraestructura de salud, a ciencia cierta no hay datos precisos que indique
así encontré; esto es nuevo como resultado de las inversiones en equipo y en
infraestructura; la obra insignia “Hospital El Salvador”, es objeto de duras críticas
y de contradicciones permanentes por parte del equipo ministerial encargado de
la obra, para lo efectos concretos de ese análisis no es posible sostener que
el país se encamina a la solución de la crisis hospitalaria que origina la
pandemia, porque a tres semanas de inaugurado su funcionamiento me atrevería a
decir que no llega ni al 25% de la capacidad instalada tal como lo sostiene el
gobierno del Sr. Bukele.
IV.
A DONDE VAMOS:
La etapa post pandemia abre una oportunidad única en la
historia reciente para el país, si esa fuera la decisión de los sectores
dominantes, sin embargo, las contradicciones de clase al interior del bloque
dominantes son profundas y por consiguiente no se atisban soluciones que tengan
a la base a la persona humana, hasta hoy la expresión de que primero es la vida
de las personas, es una expresión vaga, sin ningún fundamento, de continuar
administrando el país bajo la premiso “todos conmigo O todos contra mí”, denota
la falta de cultura política para gobernar un país históricamente marcado por
la polarización, la exclusión y la discriminación.
La recuperación de la economía post pandemia pasa por
elaborar e incluir estrategias que tengan en cuenta a todos los sectores de la
vida nacional, enfrentar la superación de la crisis en sus distintos ordenes
sean sociales, educativos, culturales y políticos, demanda que los gobiernos
locales, se asuman como los mejores aliados para generar fuentes de desarrollo
comunitario en los que la población es un agente gestor y actor de su propio
desarrollo, el burdo centralismo conque hoy se administran los bienes públicos
en el marco de la pandemia no deberían continuar, porque ello equivale a
condenar al ostracismo económico social a cientos de familias urbanas y rurales,
porque lejos de generarles condiciones para su desarrollo humano en condiciones
de bien común y dignidad, se estaría creando una base clientelar, este hecho en
sí mismo implica la ruptura con el modelo neo liberal como sustentador y
articulador del desarrollo económico y social de la nación, hasta hoy los
cantos de cambios anunciados en el contexto electoral de las elecciones de
febrero 2019, no dejan de ser eso cantos, que consolidan y recrean un escenario
de crisis permanente en donde el rey del escenario es la “polarización” como
método para dirimir los conflictos entre los distintos sectores que conforman
la vida nacional.
Por ello, se
vuelve urgente dejar atrás el manejo poco coherente de la crisis que genera la
pandemia y dar paso a un escenario en donde los rayos de luz de un nuevo
amanecer le den paso al optimismo, responsable, cauteloso y respetuoso del
disenso para reorientar el camino en donde se puedan construir nuevas
normalidades; teniendo a la base la toma decisiones que de manera estructural
respondan a los retos del desarrollo inclusivo, sostenible y no discriminativo,
debe ser el compromiso de todos los sectores que conforman la sociedad
salvadoreña con un gobierno que sea coherente con la unidad nacional y con
capacidad de construir consensos políticos, sociales y económicos en donde se
privilegie al pueblo salvadoreño y se sienten de una vez por todas las bases
del desarrollo económico social fundamentado en una economía social que fomente
el trabajo decente y una reforma fiscal que combata a fondo la evasión y la
elusión fiscal y no en la economía remesera.
Avanzar en la
dirección contraria a la que los sectores del bloque dominante han impuesto
pasa por ciudadanizar las distintas actividades de la cosa pública como
estrategia de acción colectiva para la reconstrucción de la espacialidad, del
tejido social, en los que se privilegie el desarrollo de ecosistemas urbanos y rurales
que protejan la biodiversidad en donde la persona humana es el capital más
importante en cualquier proceso de reversión estructural de la formación
social, económica y política salvadoreña; es decir privilegiemos la existencia
de la vida de la persona humana en condiciones de dignidad, justicia,
solidaridad y bienestar económico.
En conclusión,
si algo hereda la pandemia no solo es el hecho de poner al desnudo las
prácticas corrupta y semi dictatoriales del pasado y del presente en el manejo
de la cosa pública, sino que evidencia que para avanzar en la búsqueda de la
igualdad y la inclusión social se requiere un
nuevo pacto social en el seno de la formación
social, política y económica salvadoreña.
San
Salvador, 16 de julio de 2020
[1] Ariel Fazio, Los conceptos de ser genérico y ser social en Marx: sobre
los fundamentos ontológicos de la emancipación Universidad de Buenos Aires – CONICET (Buenos Aires, Argentina), arielfazio@filo.uba.ar
[2]Ariel Fazio, Los conceptos de ser genérico y ser social en Marx: sobre
los fundamentos ontológicos de la emancipación Universidad de Buenos Aires – CONICET (Buenos Aires, Argentina), arielfazio@filo.uba.ar
[3]
Tomado de: https://covid19.gob.sv/
[4] https://www.elsalvador.com/eldiariodehoy/mas-de-un-millon-de-alumnos-regresan-a-las-escuelas-hoy/678660/2020/
[5] https://www.eleconomista.net/actualidad/Pandemia-de-covid-19-se-cobraria-mas-de-60000-empleos-en-El-Salvador-20200618-0016.html
[6] IDEM
[7] IDEM
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